El cineasta mexicano Ezequiel Reyes presentó algunos de sus cortometrajes en el segundo bloque del ciclo de cine experimental “Tenochtitlán 501”, que se presenta en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM, gracias a la curaduría de Manolo Cocho, investigador asociado del C3, y el cineasta Carlos Cruz, coordinador de FISURA Festival Internacional de Cine y Video Experimental.
En el evento, que se llevó a cabo el 8 de septiembre, Reyes presentó sus cortometrajes “¡Allá vienen!” y “El Callejón del beso”, dos trabajos que representan la cultura y sociedad de México a partir de imágenes de archivos familiares que el cineasta usa para invitar al público a identificarse en las rutinas y acciones de otras personas, y abrir sus sentidos al imaginario colectivo.
Egresado de la carrera de Realización Cinematográfica en el Centro de Capacitación Cinematográfica, en la Ciudad de México, Reyes se especializa en trabajar en proyectos audiovisuales de “arqueología fílmica” de grabaciones caseras. En 2009 organizó, en la ciudad de Toluca, una muestra de cine en formato Super8. Y entre 2012 y 2013, trabajó en el Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional, digitalizando formatos fílmicos pequeños (8mm, S8, 16mm, pathé baby 9.5 mm) del proyecto “Archivo Memoria”.
Para Reyes, hacer productos cinematográficos a partir de archivos familiares le ha permitido mantener escenas domésticas en la memoria colectiva. “Lo más increíble de esto es que son imágenes únicas que nunca se han proyectado. Pasará el tiempo y esas imágenes seguirán mostrándose y se quedarán en los archivos de internet para la posteridad. Quizá en algún momento alguna familia se reconocerá y será fantástico el que vean que alguien usó fotografías y videos suyos para hacer un cortometraje”, explicó.
El primer trabajo que hizo Reyes a partir de imágenes de archivos familiares fue el cortometraje "Familia Desconocida". En 2009, cuando estaba haciendo el guion de una obra, fue al mercado de Portales a buscar una máquina de escribir antigua.
“Mientras iba caminando vi que un señor tenía un cofre metálico con películas de 16mm, saqué las películas y a la hora de verlas a contraluz me aparecieron imágenes de Xochimilco. Después de eso, compré el cofre del vendedor y empecé a conseguir proyectores para ver esos archivos. Pensé: ¿qué puedo hacer con estas imágenes? y en 2010 hice un proyecto para hacer un documental presentando las imágenes que había encontrado y lo titulé “Familia desconocida”.
De poemas y besos
Ezequiel Reyes presentó en el C3 “¡Allá vienen!”, un corto basado en el poema del mismo nombre de la poetiza mexicana María Rivera, el cual se basó en lo que describía el poema para presentar imágenes alusivas que, curiosamente, fueron muy similares a las que María imaginó al momento de escribirlo.
Allá vienen los descabezados, los mancos, los descuartizados, a las que les partieron el coxis, a los que les aplastaron la cabeza, los pequeñitos llorando entre paredes oscuras de minerales y arena.
Se llaman los muertos que encontraron en una fosa en Taxco, los muertos que encontraron en parajes alejados de Chihuahua, los muertos que encontraron esparcidos en parcelas de cultivo, los muertos que encontraron tirados en la Marquesa, los muertos que encontraron colgando de los puentes (…).
“Los muertos que encontraron colgando de los puentes (…)”.
Para los artistas que participaron en el encuentro, el arte y la ciencia siempre han mantenido una relación estrecha, ya que, entre muchas otras cosas, el arte dota de técnicas y herramientas que resultan de utilidad para plasmar y divulgar el conocimiento científico.
María Rivera señaló que, en 2010, cuando estaba escribiendo el poema, el proceso creativo que adaptó al poema fue el hecho de ser madre recientemente y habló desde una perspectiva maternal. Un ejemplo de esto es cuando dice: “Se llaman pataditas en el vientre y el primer llanto, se llaman cuatro hijos, Petronia (2), Zacarías (3), Sabas (5), Glenda (6) y una viuda (muchacha) que se enamoró cuando estudiaba la primaria (…)”. De ahí que le parecieran tan idóneas las imágenes con las que Reyes ilustró su poema.
Ezequiel Reyes también presentó “El callejón del Beso”, una mirada a algunos de los besos que se han dado en México y en diferentes momentos de la historia de la humanidad y en distintos lugares del mundo. “Ya tenía tiempo que quería hacer una recopilación de cortos en donde la gente se estuviera besando”, dijo.
Así que, durante la pandemia, cuando estuvo haciendo diversos cortos para una convocatoria de la Secretaría de Cultura, se enfocó en el Callejón del beso en Guanajuato, un lugar en el que miles de personas han demostrado el poder universal de un suceso como un beso entre dos seres humanos.
“El callejón es muy famoso y se convierte en un “Aleph”, el cual está viendo todos los besos que se han dado en México. El cortometraje se conforma no solo de imágenes caseras, sino también de filmaciones que hice recientemente en blanco y negro”, describe el cineasta.
Además de los trabajos de Reyes, el bloque “Incandescente” incluyó la proyección de los cortometrajes “Todo lo sonoro se desvanece en el aire”, del director Daniel Valdez Puertos (2015), un ensayo meta cinematográfico sobre el sonido y la materia en un marco postapocalíptico; “Crónicas del subsuelo” de Daniel Noreña (2021), es un retrato del Metro de la Ciudad de México desde una perspectiva sensorial; y, por último, “Una dulce balada punk”, de Pablo Romo (2020), poema visual, marginal y obscuro hecho para la vista más que para el oído.
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